Cuadro 2: Protagonistas de esta aventura:
Pitufo Caliente: Guido
Pitufo Chofer: Caco, sin la compañía de la Pitufina Daniela, dueña de la Moto.
Pitufo Gruñón – Glotón – Dormidor – Roncador: Antonio
Pitufo Fortachón: JP
Pitufo Feliz: Ricardito
Ausentes:
Pitufo Jardinero: Roberto
Papá Pitufo: Gabriel
Tierras de La Serena deseaban conocer este grupo, y Papá Pitufo, nos encomendó acompañar al Pitufo Caliente para que sacara el rodaje a su nueva y más grande moto. No nos quedó más que hacerle caso y lamentando las ausencias partimos el viernes 26 de enero al norte para cumplir con esta sacrificada misión.
Aprovechando que Pitufo Caliente que en sus ratos libre es Abogado especializado en romper Sindicatos y encarcelar Dirigentes, tenía que fiscalizar una empresa en esa ciudad y lo del rodaje de su moto grande, salimos el viernes a las 05:00 pm de Santiago y solo haciendo paradas para la bencina y el pipí de rigor llegamos a La Serena a eso de las 11:30 pm. Primera llamada a Papá Pitufo para informar que habíamos llegado bien. Lo escuchamos un poco decaído de ánimo. Segunda llamada a las mujeres del grupo que para no ser menos frente a nuestra ausencia por un fin de semana se habían reunido sin nuestro consentimiento en casa de Daniela. Se escuchaban gritos y música al otro lado del teléfono y preferimos cortar rápido la llamada. Caco quedó preocupado cuando una voz masculina que no era la suya contestó el teléfono de su casa y dijo algo así como “Qe´ kon ken keres hablar mi emano??? Rápidamente Daniela le explicó que era un estudiante extranjero que hacía trabajos extras de repartidor por las noches porque el dinero de la beca no le alcanzaba para comprarse ropa. Parece que le dijo que era de Cuba.
No nos quedó más que disfrutar lo mejor posible de esa tierra inhóspita y aburrida que es el borde costero de La Serena. A pocos metros del nuevo Casino, se levanta La Aldea de los Pitufos, conocida como las cabañas “Jardín del Mar”. Pasto, Palmeras, Casitas con techo de paja y una hermosa piscina en el centro. La playa cruzando la calle. Definitivamente no era un lugar para quedarse mucho tiempo.
A que nos dedicamos esos tres días, a caminar por la playa, comer mariscos, visitar el nuevo Casino, tomar masajes con vista a la playa y disfrutar de la piscina de la Aldea la mayor parte del tiempo. Las mujeres chilenas brillaban por su ausencia. Las Argentinas se habían tomado el litoral y eran como la maleza... por todos lados. Pero no se preocupen nuestras mujeres, solo las mirábamos para estar seguros de lo bueno que nos esperaba en casa.
Que podemos recoger en limpio de este viaje
Guido: no conoce la utilidad de los señalizadores que traen las motos, incluso la nueva y más grande que se compró. La velocidad límite en la carretera no es una sugerencia sino una obligación y para adelantar vehículos parece que espera una notificación personal porque se demora más que Roberto cuando confirma que no asistirá al próximo paseo.
JP: Deberá aprender a pedir sus platos de comida distintos de los de Guido. Durante todo el fin de semana pedían lo mismo y hasta se enfermaron del estómago al mismo tiempo. Si querían estar solos, habría bastado que lo dijeran, si nosotros somos tolerantes con todas las orientaciones... Pero bien lejos.
Antonio: ...para de roncar hombre!!!. Un día alguien te va a asfixiar con la almohada.
Caco: a pesar que lo tiene chico y tuvimos que adecuar la ruta a la capacidad de su estanque de bencina, pudo llegar a todos lados dignamente, solo tiene que llenarlo más a menudo. Por su puesto aún estamos esperando sus impresiones del viaje porque para seguir siendo fiel a si mismo, permaneció mudo la mayor parte del tiempo. La llamada lo dejo pensativo, lo vimos mirando la pantalla del celular muchas veces.
Ricardo: El siempre está feliz. Que estás fumando que no convidas???
¿Será por eso que siempre nos pregunta de nuevo como nos llamamos?
4 Ases